La intervención psicológica ha vivido una gran evolución durante las últimas décadas. Por un lado se ha producido una gran proliferación de nuevas modalidades terapéuticas, que se han presentado como alternativas a las psicoterapias clásicas. Por otro, al enfoque terapéutico clásico se han ido añadiendo nuevas áreas y posibilidades de intervención como la terapia grupal, las intervenciones breves, la orientación y el consejo psicológicos, etc., modalidades que intentan dar respuesta a los cambios que, cada vez con más rapidez, se producen en la sociedad actual.
Es por ello que a la demanda clásica de tratamiento en salud mental, normalmente prescrita por algún profesional, hoy contemplamos con muchísima frecuencia otras peticiones de intervención distintas a las clásicas. Alguien puede querer participar en un grupo terapéutico para mejorar sus competencias sociales, o decide consultar sobre sus dificultades matrimoniales o académicas. Cada vez son más frecuentes las intervenciones con carácter preventivo así como las dirigidas a mejorar el autoconocimiento y el desarrollo personal.